Boni Ofogo, autor de “El león Kandinga”, ha visitado un año más el Colegio Público Los Jarales, de Madrid. En su encuentro con los alumnos y alumnas, la fábula de este león malvado ha sido el cuento estrella. Así relata Boni su paso por este centro educativo y la maravillosa experiencia con la comunidad escolar:

En Las Rozas de Madrid, hay un colegio público que ha conseguido domesticar, por primera vez, el león. Y no es un león cualquiera. Se trata de “El león Kandinga”...

...En efecto, en sus dos años que este álbum ilustrado lleva circulando por las librerías, bibliotecas y colegios, he descubierto una escuela que ha dado una lección de cómo se debe trabajar un cuento. Bajo la generosa batuta de una maestra llamada Ana Andrade, fanática de los cuentos y amante de la literatura, todo el profesorado y el alumnado de este centro público madrileño ha realizado un trabajo integral y ejemplar sobre el álbum ilustrado. Desde los niños y niñas de tres años, hasta los preadolescentes de 11 años, han leído, comentado, ilustrado y manoseado el cuento. Al llegar al centro, todos me llamaban por mi nombre, corrían a saludarme, me abrazaban… Digamos sencillamente que, en este colegio, el león está en boca de todos.

En mis dos visitas al centro (en marzo y octubre), pude comprobar cómo las paredes de la escuela estaban empapeladas con grandes ilustraciones hechas en papel continuo, con los mismos colores que el original. Me emocioné viendo una serpiente Nandu de más de cuatro metros, una liebre gigantescas, y un león malhumorado; en algunos casos, creí que los niños y niñas de esta escuela tienen tanta creatividad como la mismísima Elisa Arguile. Ella puede sentirse orgullosa, porque ya tiene asegurado el relevo.

En mis diecisiete años de narrador oral, ha sido la primera vez que me he atrevido a contar este cuento a niños y niñas de tres años, a petición insistente de ellos mismos, y pese a mi reticencia. Habitualmente, elijo para esa edad historias más cortas, más tiernas, con canciones, etc… Pero “El león Kandinga” es una historia larga, que dura más de quince minutos, y con un contenido bastante fuerte para esas edades. Pero por la insistencia de los propios niños que ya conocían la historia, no tuve más remedio que contársela, y con un resultado que nunca podía haber sospechado: ninguno pestañeó durante los quince minutos que dura.

Esto me demuestra algo que ya sabía de forma intuitiva: la capacidad de escucha de los niños se educa, se entrena. Los niños y niñas del C.P los Jarales tienen la fortuna de tener maestras y maestros que les cuentan historias, una bibliotecaria que se cree su trabajo y les contagia el amor por la lectura. A todos los profesionales de esta escuela pública, a su aplicado alumnado, no puedo sino expresar mi sentimiento personal de gratitud y admiración. ¡Gracias!