Hacerse a la mar en un barco pirata y navegar por todo el mundo luchando contra la tripulación de otros buques y buscando tesoros fue el argumento del primer libro de Mordillo, “El galeón”; un clásico del humor gráfico de 1970 con el que daría a conocer internacionalmente su inconfundible estilo, y al que seguiría otro título que también marcó su carrera, “Crazy cowboys” (1972). Las redondeces y el colorido total de sus figuras, la imaginación de sus historietas y el ritmo cinematográfico de las escenas son las principales cualidades de sus obras, a medio camino entre la tira cómica y el dibujo humorístico.

Ante la ausencia de palabras, son únicamente las imágenes y los códigos visuales los que comunican y transmiten expresividad, tensión narrativa y logran el objetivo de cada gag: hacer reír al público. Sus personajes blancos -cuyas formas sencillas proceden de los potatoes que trazaba en su etapa peruana como dibujante de tarjetas- son un reflejo de los impulsos humanos: gregarios o ingenuos, ocurrentes o irracionales, grotescos o tiernos.

Con una detallada planificación compositiva de cada página, “El galeón” alterna escenas panorámicas con secuencias fragmentadas de una acción desde diferentes puntos de vista. La historieta va ganando en intensidad y diversión hasta alcanzar un final inesperado que Mordillo siempre resuelve con un mensaje de optimismo y esperanza, lo que el propio autor ha calificado como “la gentileza de la desesperación”: así, la tripulación de este barco rebosa energía y sale adelante como un gran equipo.

Para el público infantil es un atractivo libro de aventuras, con un planteamiento cercano, natural y directo. Para los lectores adultos va más allá de una historia muda que transcurre como un story-board: con imágenes cuya lectura trasciende el factor cómico y se convierten en poesía visual.

El amor, los deportes, los animales y la vida cotidiana conforman el universo gráfico de Guillermo Mordillo (Buenos Aires, 1932), uno de los dibujantes humorísticos más destacados en los años 70. Sus retrospectivas se han publicado en países de América, Europa y Asia. Comenzó su trayectoria artística tras graduarse como ilustrador, en 1948, en la Escuela de Periodismo. Al principio compaginaba la ilustración infantil con la animación en el estudio Burone Bruché y, posteriormente, en los Estudios Galas, de los que fue cofundador.

Trabajó en Perú a mediados de los 50 y, en la década siguiente, se trasladó a Estados Unidos, donde desarrolló varios proyectos para Paramount Pictures. En 1963 llegó a París y, durante varios años, colaboró con editoriales y revistas como Paris Match y la alemana Stern. Pasó los años 80 en España -país de origen de sus padres- y, a finales de los 90, volvió a Francia para instalarse, finalmente, en Mónaco.

Presidió la Asociación Internacional de Autores de Cómics y Cartoons. Recibió numerosos galardones: Premio Phoenix (1973), Yellow Kid (Italia, 1974) y Premio Nakaroni (Japón, 1977), Dibujante del Año en el Salón Internacional de Cartoons de Montreal (1977), Palma de Oro (San Remo, 1978-1983), medalla de plata de los festivales internacionales de dibujo humorístico de Tolentino y Sarajevo, medalla de oro de la Asociación de Dibujantes Argentinos, Profesor Honorífico de Humor (1997) y Catedrático Honorífico (2002) por la Universidad de Alcalá, Premio Haxtur (Asturias, 2004).

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