"El idioma secreto", de María José Ferrada, ya es una realidad. Su autora hilvanó un manojo de versos entrañables que fueron galardonados con el V Premio Internacional Ciudad de Orihuela de Poesía para Niños. La ilustradora Zuzanna Celej resolvió con maestría y belleza el encargo de FAKTORÍA K para ilustrar el poemario que, ahora, convertido en libro, ha viajado hasta la tierra de Miguel Hernández, a su casa natal, a la vieja higuera de su huerto, para rendirle homenaje.

En el Día de la Poesía, María José Ferrada fue la protagonista de un sencillo acto institucional en el que participaron el alcalde de Orihuela, Monserrate Guillén, la concejal de Educación, Rosa Martínez, y el director de KALANDRAKA, Xosé Ballesteros.

En su intervención, Xosé Ballesteros hizo un emotivo viaje desde el pasado al presente, repasando la historia y la literatura.

Hubo un tiempo gris en el que la primavera también era gris. En las escuelas no entraba la poesía; mejor dicho, entraba solamente la poesía que ensalzaba a los santos o cantaba a las flores. De vez en cuando se colaban las rimas románticas de un poeta llamado Becquer, o los sonetos de Quevedo y Góngora, o los romances que recordaban las gestas de un antiguo caballero que había ganado batallas después de muerto, el Cid Campeador. Menos mal que en aquellas escuelas grises también relampagueaban destellos de aventura cuando el bajel pirata de Espronceda no cruzaba el mar, sino que volaba sobre sus aguas para espantar la monótona letanía de la tabla de multiplicar que se repetía, rutinaria, en la clase de los más pequeños. Y antes de regresar cada tarde a una casa donde aún no habitaban los libros, a veces podíamos viajar a lugares exóticos gracias a los versos de un poeta americano llamado Rubén Darío, que se colaban de rondón: «Margarita está linda la mar y el viento, lleva esencia sutil de azahar», o «La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?».

Era la escuela de la dictadura franquista cerrada a cal y canto a la inteligencia y a la memoria. Pocos años después, cuando el dictador y su régimen comenzaban su decadencia, llegaron las voces casi clandestinas de los cantautores y nos descubrieron a los poetas exiliados, a los poetas asesinados, como Lorca; a los poetas muertos en la cárcel, como Miguel Hernández. Serrat se convirtió en profesor de literatura y nos mostró los caminos de Machado, la rebeldía de Miguel Hernández, y la existencia de Orihuela, sí, los caminos hacia Orihuela.

Llegaron con Serrat otros cantautores: Amancio Prada, Pablo Guerrero, Raimon, María del mar Bonet, Lluis Llach, Labordeta, maestros de la canción y la palabra, a los que se sumaron más tarde las voces de Luis Pastor y Pedro Guerra.

Y entre ellos, cómo no recordar los antológicos conciertos de Paco Ibañez, que cantó a Quevedo, a Góngora, a León Felipe, a Blas de Otero, y que nos descubrió a Gabriel Celaya para decirnos, con él, que la poesía es necesaria como el pan de cada día, como el aire que aspiramos trece veces por minuto...

Gracias también a Paco Ibañez comenzamos a saber de un país lejano, desconocido, en el que vivía un poeta bonachón que había escrito "20 poemas de amor y una canción desesperada". Un libro tan hermoso que nos ayudó a enamorarnos del amor.

«Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca».

Aquel poeta chileno era maestro en hacer odas a, cualquier cosa: al pan, al caldillo de congrio, a la sandía, pero también podía hacer poemas tan grandiosos como "El Canto General" desde el que denunciaba las malas artes y la crueldad del imperialismo.

Supimos también que Pablo Neruda había sido amigo de los poetas españoles represaliados por la dictadura: Lorca, Alberti, Miguel Hernández, y que el gobierno chileno en 1939 le hizo el encargo de que fletase un barco desde Francia a Chile, el Winnipeg, para que 2500 exiliados españoles pudiesen cruzar los mares y comenzar una nueva vida en el país andino.

¿Cómo podría haber imaginado entonces el poeta Neruda que muchos años después, cuando la dictadura franquista estaba llegando a su fin y él apenas comenzara a gozar del reconocimiento mundial por haber recibido el premio nobel de literatura, que Chile sufriría también la barbarie de la dictadura militar? El 13 de septiembre de 1973 el general Pinochet dio un sangriento golpe de estado y derrocó al gobierno legítimo de Salvador Allende, que murió defendiendo la sede gubernamental, el Palacio de la Moneda.

Poco tiempo después murió Neruda, en un hospital de Santiago de Chile, y aún hoy no está claro si su muerte fue por enfermedad o por otra causa. Sus casas, que hoy son museo, fueron asaltadas por los militares; sus libros, quemados como tantos libros en otras tantas casas, porque la barbarie odia los libros. Y junto a los libros de Neruda se quemaron los de otros grandes escritores chilenos: Gabriela Mistral, Huidobro, Nicanor Parra… y destruidos los discos de los grandes cantores populares, Violeta Parra y los del torturado y asesinado Víctor Jara.

La historia de la infamia se repite a lo largo del mundo, y los poetas comprometidos con su tiempo y con su pueblo suelen ser víctimas preferentes de los verdugos, quizás porque, como decía Celaya, "la poesía es un arma cargada de futuro", y en el futuro anida la esperanza.

Han pasado los años. Chile es hoy un país democrático y en sus escuelas y bibliotecas habita y se reproduce la poesía. La memoria de Pablo Neruda pervive, y también la de Gabriela Mistral, y la de Víctor Jara, y la de Violeta Parra. Sus palabras han germinado y sus frutos son hoy las palabras de los grandes poetas actuales y los que están por venir.

Todo este largo prolegómeno me sirve para presentarles a ustedes la obra ganadora de la V edición del Premio Ciudad de Orihuela: "El idioma secreto".

María José Ferrada ha escrito un poemario preciso, certero, conmovedor. No estará al alcance de los más pequeños, puesto que su lectura precisa de una madurez y de una experiencia lectora que no se manejan antes de los nueve o diez años, pero creo que "El idioma secreto" es un libro iniciático con el que se puede identificar cualquier joven preadolescente que tenga sensibilidad y gusto poético. Y los jóvenes lo suelen tener a flor de piel.

En este poemario habitan los recuerdos de la niñez, los pequeños objetos, la vegetación, los detalles, los sentimientos. Es una mirada distinta, de la que solo es capaz la gran poesía, y está también la sorpresa. Es una mirada sobre la naturaleza y lo cotidiano, sobre la niñez y el recuerdo afectuoso del pasado. El lenguaje poético y sugerente, la dimensión metafórica y simbólica del texto, sembrará de imágenes sensoriales la mente del lector. Estamos ante una obra que describe el paso de las estaciones, la huella imborrable de las personas, rememorando con nostalgia un tiempo de sencillez y felicidad en el que “todo era perfecto” a pesar de las carencias materiales.

María José Ferrada no es una autora desconocida en España, pues este es su cuarto libro publicado en nuestro país. He leído todos, y por eso puedo destacar que estamos ante una escritora que ha ido creciendo y madurando literariamente, y que ya es una de las autoras de referencia en LIJ en español. No creo equivocarme si le auguro un papel estelar en las letras chilenas.

Su poemario ha sido ilustrado por Zuzanna Celej, una artista polaca que reside en Barcelona desde niña, y que ha demostrado valentía y profesionalidad al aceptar el reto de acompañar los poemas de María José aunque tuviese que hacer este trabajo en pocos meses. El resultado está a la vista: imágenes sutiles, evocadoras, melancólicas, detallistas, sugerentes, tal cual el tono de los poemas que conforman "El idioma secreto".

Las personas que hemos trabajado en la publicación de este libro estamos muy satisfechas. Creo que entre todas hemos conseguido que los poemas de María José y las ilustraciones de Zuzanna habiten ahora en una forma delicada, apetecible para la lectura, y consistente en su acabado. Esa es nuestra misión y este es el resultado. El Departamento de Educación de esta ciudad ha puesto los medios económicos y organizativos para que este premio siga vivo, para que el Premio Ciudad de Orihuela sea ya un ejemplo en este tipo de certámenes. Su trabajo ha dado estos frutos que están ahora a vuestra disposición. Esperamos que vosotros y vosotras, ciudadanos de Orihuela, disfrutéis con su lectura tanto como nosotros en el proceso de edición.

La poesía, los poetas que han sido y que serán mañana, se lo merecen.

El alcalde de Orihuela le entregó a María José Ferrada una placa conmemorativa y ella, en su emocionante discurso, explicó el origen de esta obra:

Comencé a escribir «El Idioma Secreto» días después de que mi abuela dejara este mundo. Quería que nuestros pequeños recuerdos, esos que de tan cotidianos parecían sin importancia, me siguieran acompañando. Porque se había ido mi abuela y temía que con ella se fuera el tiempo del manzano y del cerezo, el tiempo de los conejos, los pájaros y el río, que no era otra cosa que el tiempo leve y querido de la infancia; ese tiempo que, como dijo Jorge Tellier, un poeta de mi tierra, es el de los sentidos limpios y la admiración frente eso que llamamos mundo.

Estos poemas son la historia de una niña y su abuela campesina cuya única riqueza son los tomates, las lechugas y las cebollas que cosecha en su huerta. La historia de un cerezo y de un manzano dispuestos a florecer y a despojarse de sus hojas, una y otra vez, para recordar a la niña y a su abuela que la vida, con sus inviernos y sus primaveras, está llamada a seguir su curso.

A medida que escribía me daba cuenta de que durante mis años de infancia había sido testigo de una maravilla... Mi abuela, con su silenciosa filosofía, me había enseñado que mientras en el mundo hubiera un árbol y los pájaros cruzaran el cielo, el mundo sería un lugar de cariño.

Mi abuela, una campesina que había conocido una infancia que no supo de zapatos ni de escuela, me dejaba la mejor de las herencias. Podía mirar por la ventana: ahí estaban los árboles y los pájaros. Los poemas que conforman «El idioma Secreto» son la forma que tuve de compartirla con otros. El libro comienza diciendo:

«El idioma secreto me lo enseñó mi abuela .

Y es un idioma que nombra las plantas de tomate, la harina, los botones.

Un día me llamó.

Me dijo que antes de que la muerte se la llevara quería entregarme algo.

Mi herencia era una caja de galletas con ovillos de lana y boletas de ferretería.

Ahí dentro estaban las palabras».

La caja de galletas con los ovillos en el interior existe de verdad. La encontró mi padre y la guardó para mí. Me la dio junto a unas fotos antiguas de la familia y me dijo que eran cosas que, en estos tiempos, solo interesaban a los poetas.

Me llevé la caja y me quedé pensando cuáles eran esas cosas que solo interesaban a los poetas. Lo sigo pensando y aún no lo sé. Pero sí hay algo que sé: que la poesía sigue siendo la lengua para rescatar la maravilla que permanece aún en el frío. Esa belleza que acompaña a los hombres aún en las horas difíciles y los hace continuar.

Porque es en esas horas cuando más se necesita de la poesía. Pensé en mi querida abuela, hermana pequeña del niño yuntero y niña de las nanas de la cebolla a las que cantó el poeta al que hoy celebramos. Mi abuela, que como tantos, tuvo que buscar la maravilla en lo poco que había.

Si solo había pan, pues dentro del pan habitaría una estrella.

Si el cansancio del trabajo solo dejaba espacio al silencio, distinguiríamos en ese silencio el canto del viento y el vuelo de los pájaros.

Termino estas palabras agradeciendo a Zuzanna Celej las ilustraciones que hizo para este libro porque creo que cada una de ellas es un poema.

Agradezco también a Faktoría K de Libros por el trabajo que durante años han realizado haciendo libros no solo bello,s sino también necesarios.

Agradezco finalmente al Ayuntamiento de Orihuela, porque premios como éste nos alientan a quienes hacemos poesía para niños a perseverar en un oficio que creemos que es necesario. Porque escribir y leer poesía es recordar que el hombre es, y ha sido capaz de cantar al mundo, y que ese canto sigue siendo una forma de dignidad.

Termino estas palabras con el poema que cierra el libro:

«El idioma secreto me lo enseñó mi abuela.

Y es un idioma que nombra las plantas de tomate, la harina, los botones.

Un día me llamó.

Me dijo que antes de que la muerte se la llevara quería entregarme algo.

Mi herencia era una caja de galletas con ovillos de lana y boletas de ferretería.

Ahí dentro estaban las palabras.

Y con ellas hice mi habitación en el mundo».

...Y qué mejor celebración de la poesía que entregar la obra a los lectores para que la sientan propia. Estudiantes de los institutos y colegios de Orihuela recitaron una selección de composiciones de "El idioma secreto".

Monserrate Guillén cerró el acto, al que siguió la entrega de diplomas a los estudiantes y a los centros educativos que participaron en este acto poético. María José Ferrada dedicó ejemplares al público, que intercambió impresiones con la autora.

El alcalde y la concejal de Educación, junto con los técnicos municipales de este departamento, Manuel Ferrer y Fuensanta Mazón, más los miembros del jurado: Manuel García Pérez y Ramón Llorens, con la autora de "El idioma secreto".

Con motivo de su visita -por primera vez- a Orihuela, María José Ferrada visitó a los escolares del colegio Jesús María-San Agustín. Los más pequeños celebraban el Día de la Poesía en el patio, y sorprendieron a la autora con algunos de sus poemas colgados de los árboles. Con los mayores mantuvo un animado encuentro en la sala de proyecciones, donde compartieron el cortometraje "La estrella alcanzar", grabado en Chile, y charlaron sobre literatura y escritura.

También acudió al Instituto Las Espeñetas...

...y a la Concejalía de Educación de Orihuela.