La ilustradora Moni Pérez nos acerca al proceso de creación de "Amordiscos", un libro de pequeño formato publicado en 2008 en el sello Faktoría K, que ahora regresa de nuevo a las librerías para seguir enamorando a los lectores... o consolándoles en el desamor. Viñetas sin texto, o breves secuencias de imágenes que plasman -de un modo muy original- situaciones y experiencias que todos hemos vivido gracias a -o por culpa de- las flechas de Cupido.

- Cómo se planteó la propuesta estética, a base de viñetas sin texto, en blanco y negro, en las que solo destacan los corazones rojos. ¿Cuestión de universalidad?

Fue más bien un intento de buscar la máxima expresividad. Nunca se me ha dado muy bien escribir, así que preferí que el dibujo fuera mi única herramienta de comunicación, porque una imagen vale más que mil palabras... Además, quería que nada distrajese al lector del mensaje principal.

- La simbología de las imágenes, el sentido del humor. ¿Qué dificultades entraña plasmar de una manera tan sencilla unos sentimientos tan complejos?

A veces tenía la sensación de que iba a necesitar alguna palabra para expresar mejor lo que quería, o que necesitaría una gran secuencia de imágenes. Pero, en realidad, dándole unas vueltas y buscando el punto de máxima expresividad, el mensaje se podía explicar con muy poquito, aunque en algunas historias hizo falta una secuencia.

- Sobre el tratamiento de los tópicos del amor. ¿Cómo se reinterpretan en “Amordiscos”?

Más que reinterpretarse, se exponen con todo el humor posible. En este caso no intenté huir de los tópicos porque creo que no lo son porque sí, sino que responden a una realidad muy evidente, así que la idea era plasmarlos con una estética diferente, pero no huir de ellos.

- ¿Qué conlleva la apuesta por los guiños cinematográficos?

Ese fue mi juego dentro del juego. Me encantan esos clásicos tan clásicos que todo el mundo reconoce por ese fotograma clave, aunque no haya visto la película. Fue mi homenaje particular a los que han sabido hacer historia con imágenes tan potentes.

- Además de la identificación de los/as lectores/as, ¿qué otros objetivos persiguen las imágenes?

En origen, no perseguían mucho más que plasmar situaciones reconocibles, por lo cotidianas. Pretendía crear, con la más simple de las estéticas, un exhaustivo compendio de aventuras y desventuras que yo misma había vivido o que muchos amigos me iban proponiendo.

Luego, como siempre, los lectores han hecho suya la obra y le han dado muchos más usos. Me han confesado haber llorado sintiéndose identificados, se ha usado como herramienta pedagógica para hablar del amor y las relaciones amorosas, se ha regalado como bálsamo para corazones rotos... Es maravilloso ver que siempre hay mucho más allá de lo que uno piensa.