"Aprendí a dibujar en el colegio. Todos los días tenía unas seis horas de dibujo mientras el resto de la clase estudiaba matemáticas, lengua, geografía... A los ocho años descubrí que las maestras y los maestros compartían algunas aficiones con los seres humanos: comían, dormían, se rascaban la cabeza y lo más increíble... ¡se reían! A partir de allí mis dibujos cobraron otro sentido: los ceros se transformaron en niños y niñas que, con sus bocas redondas, reclamaban justicia; los símbolos de porcentaje eran subibajas donde jugaban los ojos sorprendidos de mis compañeros..."

Así se definía Pablo Prestifilippo. Hoy nos ha dejado. Estamos tristes. Ánimo, Ángeles.

Hasta siempre... Pablo.

Se nos agolpan en la mente tantos recuerdos: momentos compartidos en viajes comunes, sus retazos de ingenio desbordante, tantos proyectos hechos realidad... y algunos que estaban aún por llegar.
Lejos de palabras tópicas de despedida, el mensaje desde KALANDRAKA es "gracias". Gracias por "Vecinos", por "¡Qué tontos son los camaleones!". Lejos de gestos de resignación, el mensaje desde FAKTORÍA K es "gracias". Gracias por "Manual de calcetines salvajes", por "Instrucciones para despertar a una silla dormida".

Las páginas de estos libros contienen parte de su enorme talento y cada vez que las abramos estaremos dándole a su autor el homenaje que merece: nuestra admiración y respeto por quien ha sido, es y será, un artista incomparable y una mejor persona.