Despedimos a Natalia Colombo tras a penas una semana de estancia en España, en Galicia. Dejamos ondear el pañuelo, pero no del adiós, sino del hasta pronto. Nos queda el eco dulce de su acento porteño, su presencia sencilla y su semblante sereno. Nos deja su obra. En la fábrica de Kalandraka han hecho magia y ahora “Cerca” se ha multiplicado por 20.000. Y cada uno de esos ‘barcos de papel’ navegará desde este rincón del Atlántico hacia hogares, escuelas, bibliotecas, librerías... en castellano, en inglés, en gallego, en portugués, en italiano, en catalán, en euskera.

Unas horas antes de partir a su Buenos Aires querido, Natalia Colombo reflexionaba sobre los orígenes de su obra: el Señor Pato y el Señor Conejo viven sus respectivas vidas sin compartir una sola palabra ni cruzar una simple mirada, ignorando su vecindad y dejando que la soledad y la incomunicación les priven de compartir momentos de amistad. Pero, “¿por qué estaban solos de entrada? ¿No tenían absolutamente a nadie? ¿Una madre, una familia?”, se pregunta Natalia... Son cosas que se cuestionaba la autora mientras la historia crecía en su mente y en su cuaderno. Por eso la primera pregunta era obligada:

 

-La fábula puede invitar a los lectores a inventar otros finales para la historia, por eso, ¿volveremos algún día a tener noticias del Señor Pato y el Señor Conejo?

-En este tiempo aquí estuve pensando en seguir desarrollándolos, puede que quizás les sigan pasando cosas que nos dejen una enseñanza o nos hagan pensar un poco. Funcionaron muy bien juntos y estaría bien que siguieran con sus andanzas.

 

-Tras ganar esta primera edición del Premio Compostela, ¿seguirás vinculada a Kalandraka?

-Por supuesto, cuanto más quieran ustedes, más voy a querer yo. En lo que quieran que yo participe, voy a estar por cien por ciento.

 

-Tras reunirte en Santiago de Compostela con un grupo de profesores, celebrar un encuentro con escolares de Educación Infantil y presentar “Cerca” en la librería Libros para Soñar de Vigo, ¿qué balance haces de tu viaje?

-Ha sido una experiencia increíble estar acá y conocer a todo el equipo de Kalandraka, lo voy a llevar siempre. Me encantó ver todo, conocer las ciudades y sobre todo estar todos acá Cerca; ha sido estar como en casa. Hice amigos en este tiempo.

 

-La edición en siete lenguas, más la versión en castellano para América Latina, lo que suma en conjunto unos 20.000 ejemplares de la obra, ¿qué impresión te causa?

-Es muy grande la tirada, pero lo que más me gusta es que esté en tantos idiomas y pueda llegar a tantos lugares. De estar en las lenguas peninsulares como indicaban las bases del concurso a que esté también en inglés, y así pueda llegar a cualquier lado, como en italiano... de repente se hizo más global. Y es una historia que puede llegarle a cualquiera en cualquier lugar. Me puse contenta por saber que serán muchos libros, con todas las ferias que hay ahora, por lograr que el libro se vea.

 

-¿Qué futuro le auguras al Premio Compostela para Álbumes Ilustrados y cuál es tu mensaje a los posibles participantes de ediciones posteriores?

-Para mí lo que tienen que hacer es ‘hacer’, justamente. ‘Hacer’, y presentarse, y no pensando quizás en ganar el concurso. Terminar un proyecto propio. Es algo que uno va a hacer porque uno quiere hacerlo, no porque alguien se lo está pidiendo. Ahí está la fuerza. Algo que salga del interior de uno. Y seguramente a alguno le vaya bien; a uno en particular y a algunos más también...

 

Y con razón lo dice Natalia. A la publicación de “Cerca” le seguirá en un breve espacio de tiempo la edición de la obra finalista del I Premio Compostela para Álbumes Ilustrados: “La nube de Martín”, de Javier Sobrino y Rebeca Luciani, en castellano, gallego y catalán. Y tras este título vendrán los trabajos que recibieron una mención especial del jurado del certamen: “Trocar as voltas ao tempo”, de José António Gomes y Gémeo Luis, “La visita”, de Nicolás Arispe, y “Ovelhinha dá-me lá”, de Isabel Minhós y Yara Kono... Así hasta un total de ocho proyectos editoriales que llevarán el sello de Kalandraka. Pero esa, ya es otra historia...