EL ILUSTRADOR Y SU TIEMPO: ENCUENTRO CON ROBERTO INNOCENTI
A finales de marzo viajamos a Italia con motivo de la 50ª Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia y, antes de volver a Galicia, nos desplazamos a Florencia para visitar a uno de nuestros grandes ilustradores, Roberto Innocenti, cuyas imágenes han quedado grabadas en el corazón de grandes y pequeños lectores gracias a títulos como “La historia de Erika” (2005), “Las aventuras de Pinocho” (2008), “La casa” (2010), “Canción de Navidad” (2011) y su más reciente publicación en español, “La niña de rojo” (2013).
Sobre este último título, sus nuevos proyectos artísticos y los retos a los que, bajo su punto de vista, se enfrentan los ilustradores de hoy, conversamos con él; luego de que nos recogiese en la estación de tren de un pueblo cercano a su casa, que se encuentra casi escondida en medio de la campiña italiana y que en algo recuerda a alguno de los paisajes silvestres que ha ilustrado en sus libros.
Roberto Innocenti, hombre calmo, risueño y afable, nos abrió la puerta de un pequeño estudio en cuyas paredes pudimos ver, por una parte, los libros de historia y política que han alimentado su rico imaginario; y por otro, los diplomas de los muchos reconocimientos que ha recibido, entre los que se cuenta el premio Hans Christian Andersen 2008, junto a una pequeña ventana por la que entra la luz hacia su mesa de trabajo.
De esa mesa han salido ilustraciones que han hecho -a quienes entran en contacto con ellas- reflexionar sobre los momentos más difíciles de nuestra historia reciente, como el holocausto, sobre la guerra y el modo de vida alienante y oscuro de las grandes ciudades.
LA ILUSTRACIÓN, UNA FORMA DE COMUNICAR UNA VISIÓN DE LA VIDA
Y es que para Roberto Innocenti, como nos explica, la ilustración es, ante todo, una forma de comunicar una visión de la vida. Es por eso que, a los ilustradores que comienzan, les recomienda trabajar la técnica sin descanso, pero también conservar siempre la disposición a aprender y a observar con ojo crítico el mundo que los rodea.
También analizamos con él algunos aspectos de “La niña de rojo” desde el punto de vista simbólico, de la motivación y el bagage profesional que acumula el ilustrador a lo largo de más de cinco décadas de trayectoria:
-¿Por qué decidió contar nuevamente este clásico?
-Básicamente porque se trata de una historia atemporal que responde a la naturaleza del hombre y no a un contexto histórico específico. Caperucita podría vivir en la Inglaterra de 1900 o en una gran ciudad de nuestros días; eso vuelve la historia interesante. Caperucita y el lobo no cambian, siempre están ahí, transitando por un nuevo bosque.
-Al hacer este bosque moderno por el que se mueve la protagonista de “La niña de rojo”, ¿pensó en alguna ciudad específica?
-No, ésta es una caperucita globalizada. Podría vivir en Madrid, Nueva York, Ciudad de México o cualquier otro lugar donde el bosque sea el que hoy encontramos en cualquier gran ciudad. Ése donde los árboles han sido reemplazados por el hormigón y el cemento.
-Su estilo se caracteriza por haber sido siempre un trabajo crítico con el mundo en el que le ha tocado vivir, ¿a qué responde esto?
-A que creo que el ilustrador no solo debe limitarse a dibujar, sino también a comunicar, a abrir una reflexión que nazca de un mundo interior que debe alimentar constantemente; en eso se afirma su libertad a la hora de contar una historia, su propia historia.
HAY QUE VENCER EL MIEDO A DECIR LO QUE UNO QUIERE DECIR CON SU TRABAJO Y QUE ESTE NO PASE POR UNA MODA O POR LA NECESIDAD DEL GRAN MERCADO EDITORIAL
-¿Le ha costado mantener esa libertad?
-Hay que vencer el miedo a decir lo que uno quiere decir con su trabajo y que este no pase por una moda o por la necesidad del gran mercado editorial. Si uno actúa teniendo eso presente, tal vez llegue a un público menor, pero llegará con lo que verdaderamente quería decir.
Repasando los libros de Roberto Innocenti podemos comprobar que se trata de una libertad por la que ha apostado en cada uno de los proyectos que ha realizado. Una libertad que, como lectores, agradecemos, porque nos invita a la reflexión y a volver a mirar nuestra propia historia: ese bosque de nuestro tiempo por el que, al igual que a la nueva Caperucita, nos ha tocado transitar. Un bosque que, como el propio ilustrador ha comentado en una amplia entrevista publicada por Joaquín Torán en la web de Fabulantes, es “un gran centro comercial en el que no hay un solo árbol”.
…Pero hay otros bosques: el paisaje de la Toscana en “Las aventuras de Pinocho”.
“La Toscana que describo es la Toscana que los turistas no verán. Que es la que recuerdo: la Toscana rural de mi infancia, de los 50, que se había quedado paralizada en el siglo XIX y cuyo único símbolo de civilización y de progreso era alguna farola ocasional en la calle (…) Soy de la opinión de que cada libro se presta a una idea. Las aventuras de Pinocho, por ejemplo, induce al respiro, lo que se consigue con la contemplación de una escena abierta como es un paisaje”.
…Aunque a veces el paisaje es lo de menos, como en “La historia de Erika”:
“En esa historia lo que importan son los objetos, o la niña que se queda sola. No puse ni tan siquiera rostros. Sólo hay una historia, que es lo esencial. En cada libro me he encontrado problemas diversos que exigían soluciones diversas. No existe una regla”.
La visita al estudio de Roberto Innocenti en Florencia es otro de los gratos y entrañables recuerdos que atesoramos en la memoria colectiva de KALANDRAKA sobre la relación de trabajo, admiración y respeto que la editorial mantiene con este maestro de la ilustración. Recuerdos que se suman a la estancia de Innocenti en Galicia con motivo de su participación en el jurado del Premio Internacional Compostela 2011, de la recepción institucional en el Pazo de Raxoi y del encuentro que mantuvo con el público para intercambiar impresiones sobre su magnífica obra.