Beatriz Gimenez de Ory estudiaba Filología Hispánica cuando escuchó por primera vez la palabra “bululú”. Le atrajo su sonoridad y comenzó a profundizar en su origen y significado. La figura del actor ambulante que iba de pueblo en pueblo haciendo representaciones teatrales caló en su imaginario y a partir de ahí comenzó a rondarle la idea de escribir una historia protagonizada por este entrañable personaje.

La autora del poemario “Los versos del libro tonto”, por el que ganó el III Premio Internacional Ciudad de Orihuela de Poesía para Niños, ha visitado el ESPACIO KALANDRAKA para compartir con los lectores las claves de una obra literaria que ha encontrado en las ilustraciones de Mariona Cabassa un excelente complemento artístico.

Conversando con Belén Sáez, Beatriz Giménez de Ory nos hizo partícipes de las sensaciones de la infancia que pudo recuperar escribiendo una obra que necesariamente tenía que estar en verso. Recordando sus lecturas de la niñez, se volcó en la musicalidad y en el ritmo que caracterizan la poesía.

Lo que inicialmente iban a ser las peripecias de una lucha poética entre Bululú y otro rival, derivó en un duelo simbólico entre dos títeres -Manontroppo y Dragonzález- por el amor de Marionetta. “Bululú tiene la cualidad de reunir a toda la gente del pueblo, a quienes presenta sus marionetas: Manontroppo es gentil y amable; Marionetta es dulce y juiciosa; Dragonzález es el malo de esta historia...". Hay que adentrarse en las páginas de este libro para saber cuál de estos protagonistas es el mejor poeta.

Beatriz Giménez de Ory también tuvo palabras de elogio para el trabajo de Mariona Cabassa: sus ilustraciones resultaron ser el reflejo de lo que había imaginado, con títeres dinámicos, que rebosan colorido, hasta el punto de que casi se pueden oír los cascabeles del gorro de Bululú... y cuando Dragonzález escupe fuego, parece que vayan a arder las páginas.

Tratándose de un poemario ambientado en la época juglaresca, no podía faltar la música en la presentación de “Bululú”: la voz magnífica de Carolina Alcaide, la guitarra de José Luis Ariño y Quique Gutiérrez a la flauta.

La propia Beatriz recitó varios fragmentos de su libro, comenzando por el enfrentamiento entre Manontroppo y Dragonzález, con un ovillejo: un tipo de estructura poética cuyo origen se remonta a Cervantes y que ha sido utilizada por otros autores, desde José Zorrilla a Rubén Darío.

Entre poema y poema Beatriz va detallando las partes de su obra: una primera en la que los personajes deben demostrar sus conocimientos musicales creando poemas dedicados a instrumentos antiguos; una segunda prueba para medir su destreza con los versos de amor; y un último desafío de ingenio, con acertijos como “Me ves y no me ves, soy tu alma gemela pero del revés, ¡ojo! Si me rompes, por mil tu reflejo multiplicaré pues soy...".

Así es “Bululú”, una obra que nos acerca a las raíces de la literatura de tradición oral, que recupera para los lectores de hoy el legado del Siglo de Oro y que, como su protagonista, siempre vuelve. Y qué mejor homenaje para recordarle que las marionetas que se obsequiaron al público del ESPACIO KALANDRAKA.