¡Aaaaaaachís!

Es cosa extraña,

estornudos

en lugar de campanadas.

¡Aaaaaaachís!

El reloj

del ayuntamiento

se acatarra

con el roce del viento.

Fragmento del poemario “La hora de los relojes”, de Fran Nuño, ilustrado por Enrique Quevedo (FAKTORÍA K).

...Llovió en Sevilla. Y en la Librería Rayuela llovieron versos. Rayuela rima con escuela, con abuela, con espuela. Con que riman los relojes? Fran Nuño y Enrique Quevedo presentaron este singular poemario, distinguido con una mención de honor del jurado del Premio Internacional Ciudad de Orihuela de Poesía para Niños, y editado por FAKTORÍA K. 

Recitaron algunas composiciones y comentaron las originales ilustraciones de esta obra: las caras que se asoman detrás de las esferas y las agujas que marcan las horas, los minutos y los segundos, los coloridos mecanismos geométricos que regulan el tiempo de estas páginas que se abren y se cierran a ritmo de tic-tac. 

Los niños y niñas que asistieron al encuentro con Fran Nuño y Enrique Quevedo también crearon sus propios relojes, con líneas y colores que se mueven dando cuerda a la imaginación. 

“La hora de los relojes” reposa ya en la estantería de muchos hogares sevillanos. Y es posible que, a medianoche, suene un tintineo de campanillas. O que el libro intercambie su sitio por el lugar que ocupan el reloj de pared de la cocina o el reloj de arena del salón que, misteriosamente, pueden aparecer acomodados en la biblioteca.