Juan Carlos Martín Ramos, autor de "Mundinovi" (Faktoría K).

“Los títeres ejercen una magia especial sobre la infancia”

 

Con el Premio Internacional Ciudad de Orihuela de Poesía para Niños, Juan Carlos Martín Ramos (Belmez, 1959) suma su tercera distinción como escritor, tras el Lazarillo y el Leer es Vivir. Aunque trabaja como técnico de Cultura en el Ayuntamiento de Fuenlabrada, su relación con los cuentos y la oralidad es consecuencia de toda una vida vinculada a los títeres, la creación de personajes, escenarios y tramas. El salto a la escritura ha sido acaso una evolución natural en su trayectoria personal y profesional. “Mundinovi”, que llegará a las librerías a finales de marzo, es una vuelta a las raíces de su infancia, el eco impreso de una memoria que jugaba con marionetas antes que con balones, el sonoro aliento de los aplausos que llegaban desde el otro lado del teatrillo que Titiritaina instalaba en parques y plazas.

- KALANDRAKA: ¿Qué es Mundinovi?

- JUAN CARLOS MARTÍN RAMOS: Es un homenaje personal al mundo de los títeres. Tiene que ver con que he sido titiritero y, junto con mi mujer, Lurdes López, formábamos la compañía Titiritaina. Además, mi abuela Consolación, a la que llamaba Mamá Son, construía títeres. Por eso para mí los títeres eran compañeros de juegos. Aunque las marionetas han aparecido en otros libros, o en algún poema de esa temática, tenía un deseo especial de hacerle un pequeño homenaje personal a ese mundo tan cercano para mí. El libro está dividido en tres partes: una primera titulada “Diario de un títere”, en la que un títere de guiñol habla de sus vivencias dentro de un teatrillo; una segunda, de homenaje a algunos personajes tradicionales, como el caso de Maese Trotamundo, que es un personaje de Javier Villafañe, un titiritero argentino que yo admiro muchísimo y del que lamento que no haya posibilidad de encontrar ninguna obra suya en España. Por eso este capítulo también es un homenaje personal a Javier Villafañe. Y la tercera parte son pequeñas escenas escritas en verso con la idea de sacar los títeres a escena. Quería que este poemario permitiera un acercamiento al mundo de los títeres, jugar y representar con esos personajes.

«Quería que este poemario permitiera un acercamiento al mundo de los títeres, jugar y representar con esos personajes»

-Sobre el planteamiento literario, ¿qué importancia tiene la elección del tipo de rima y la estructura de los versos?

-Son versos rimados y, fundamentalmente, octosílabos. Tengo otros libros construidos con verso libre pero, en “Mundinovi”, tenía más sentido optar por esta estructura con la que yo quería recoger la tradición de los títeres; de ahí la decisión de darle un formato más tradicional al poemario. Me facilitaba contar ciertos aspectos e historias de los personajes.

-¿Quién guía al público en su lectura a través de los poemas de “Mundinovi”?

-En la primera parte es el propio títere el que habla de sí mismo. En el siguiente capítulo dedicado a los retratos de los personajes, es una tercera persona quien guía al público; alguien que ama profundamente los títeres: el mismo autor… o incluso el lector. Las escenas finales son diálogos y un monólogo donde son los propios personajes los que comunican y se hacen oír.

-¿Hasta qué punto la dedicación de la abuela Mamá Son a los títeres marcó no solo los juegos de tu infancia, sino además tu primera profesión y, por extensión, tu trayectoria literaria?

-Mi abuela era muy mayor cuando yo era pequeño. Ella era de una aldea de Cuenca, que era una pedanía de Fuente Obejuna, en Córdoba, y regentaban el casino del pueblo. El casino tenía un teatro que fue destruido por un bombardeo en la Guerra Civil. Aún estando en una pedanía de Fuente Obejuna, era un teatro por el que pasaban las mejores compañías de zarzuela; al menos las que iban de gira por Andalucía. Mi abuela tocaba la guitarra, el piano, el acordeón… En ese casino pasaban muchas cosas que yo nunca llegué a ver. A mi abuela, además, le gustaba mucho coser y, fundamentalmente, hacía títeres. Luego me los entregaba a mí para que yo hiciera mis propias funciones para mis amigos, en mi teatrillo. Yo debía tener en casa más de cien títeres de guiñol. Mamá Son fue una pionera del reciclaje porque los hacía de tela, pero utilizaba también muelles, botones, trozos de cartón y de plástico… Siempre armaba los muñecos con una base de tela, y hacía un tipo de títere tradicional de una zona de Andalucía: los títeres de guiñol, con piernas. Existen diferentes tipos de guiñol, pero en Andalucía, concretamente, hay una tradición de títeres de guante en los que se mete la mano por la espalda, pero por delante les cuelgan los pies. Eso que yo entonces desconocía, con el paso del tiempo descubrí que respondía a una tradición andaluza.

«Mamá Son fue una pionera del reciclaje porque los hacía de tela, pero utilizaba también muelles, botones, trozos de cartón y de plástico»

-Además de la experiencia personal como titiritero, ¿el bagage sobre el que sustenta “Mundinovi” respondería también a un proceso de investigación paralelo?

-Más que investigar, leí. Y además de la experiencia propia, como titiritero siempre me interesó la tradición. Las tradiciones siempre son importantes, aunque sea para romperlas. En el mundo de los títeres, la tradición es un hilo argumental que siempre debe formar parte del contenido de las obras, de la manera de construir los títeres… A parte de que yo los utilizaba para hacer representaciones, yo jugaba con ellos desde muy pequeño y para mí siempre han sido elementos muy familiares. Ya no solo los mismos títeres, sino el hecho de que mi abuela utilizara diferentes materiales para hacer marionetas, de alguna forma me influyó porque, desde que yo era un niño, siempre construí mis pequeños juguetes; es algo que tiene que ver con mi parte creativa. Por eso este libro quiero dedicárselo a mi mujer, Lurdes, como compañera de Titiritaina, y a la vez tener un recuerdo especial hacia mi abuela.

«En el mundo de los títeres, la tradición es un hilo argumental que siempre debe formar parte del contenido de las obras, de la manera de construir los títeres»

-De alguna manera, ¿“Mundinovi” podría tener cierto enfoque reivindicativo por la vigencia de los títeres frente a la implantación de las nuevas tecnologías en tanto podrían amenazar la supervivencia de este género?

-Es curioso, pasa igual con la poesía: se suele decir que no interesa a los niños, como si fuese una manera de correr un tupido velo. Pero la realidad lo desmiente, en la medida en que se sabe cómo es posible acercar la poesía a los niños. Con los títeres pasa esto mismo. Podría pensarse que ahora, con los nuevos medios audiovisuales, nos hemos acostumbrado a ver televisión, cine y animaciones impresionantes. Con este panorama, puede parecer que los títeres no tienen ningún valor ni capacidad de comunicarse con la sensibilidad de infantil. Sin embargo, basta con ver un espectáculo de títeres en un parque -no tiene por qué ser necesariamente en un teatro- y comprobaremos que los títeres ejercen una magia especial sobre la infancia. Yo también lo he comprobado cuando era titiritero, porque ya hace 30 años que no ejerzo como tal, aunque en el fondo nunca se deja de ser titiritero… Cuando nos han invitado a visitar algún colegio o instituto para dar una charla, en nuestra intervención siempre hemos incluido alguna pequeña representación de títeres para hacer la demostración a los chavales. Y es impresionante ver en un muchacho adolescente -al que posiblemente no le guste mucho estudiar o que incluso su comportamiento en clase no siempre sea el más adecuado- la capacidad que tiene el títere -un simple muñeco haciendo algo muy simple- para hechizar y captar su atención. De alguna forma, el títere se comunica. Porque además el títere puede decir las mismas cosas que una persona pero, si las dice un títere, adquiere una dimensión diferente, e incluso la intención es distinta. Un títere puede decir cosas que una persona sería incapaz de decir en público. Eso me pasaba cuando era titiritero: como era el títere el que hablaba por mí, yo dejaba que dijera cosas y allá él, porque yo era solo un instrumento. Esto forma parte de la Historia: en el Siglo de Oro, cuando durante la Cuaresma se prohibía el teatro, este espectáculo era sustituido por representaciones de títeres. Los títeres siempre han podido decir cosas que, en boca de una persona, hubieran sido causa de encarcelamiento, o casi de ejecución. A pesar de todo, es cierto que a los títeres se les da poco espacio para que puedan salir a la luz, visibilizarse. Pero aún en los tiempos que vivimos, las marionetas siguen ejerciendo esa capacidad de fascinar y hechizar al niño de hoy, y al adulto de hoy. También lo comprobábamos cuando éramos titiriteros. Siempre que se actuaba en un parque o en una plaza, el público se organiza por sí mismo: los más pequeños se sentaban delante, luego los hermanos mayores se sentaban detrás, y los padres después, esperando a que acabase la función. Finalmente, sea cual sea tu edad, el títere es capaz de transmitirte algo que está por encima de los años que tengas. Pero más aún en los niños, sigue ejerciendo una capacidad de fascinación muy especial; y posiblemente ahora incluso más que en otros tiempos porque, actualmente, a la capacidad de fascinación se le añade la capacidad de sorpresa. Están tan acostumbrados a ver cosas maravillosas, que tanto se parecen a la realidad, que ser conscientes de tener enfrente algo que, de alguna forma, les resulta extraño, acaba potenciando esa posibilidad de comunicarse.

«El títere puede decir las mismas cosas que una persona pero, si las dice un títere, adquiere una dimensión diferente, e incluso la intención es distinta»

-Barriga Verde y Bululú en Galicia, la Tía Norica en Cádiz, el personaje de Perico en Catalunya, los vascos Zaldico, Ziripot y Miel-Otxin… ¿”Mundinovi” actualiza en cierto modo la temática titiritera?

-Hago alguna referencia en el libro: hay personajes como el Don Cristóbal español, Pulcinella en Francia… en el fondo, son el mismo. Se trata de personajes que han ido evolucionando por diferentes países; en parte porque los titiriteros viajaban. De hecho, el título del poemario es el nombre que se le daba a una caja, un pequeño retablo, en el que durante el siglo XVI se representaban escenas del Nuevo Mundo, de ahí “Mundinovi”. Normalmente eran titiriteros de origen italiano, y los españoles intentaban imitarles o italianizaban su manera de expresarse: Mundinovi, mundinovi, / lleguen, señoras, / lleguen, señoris, / verán cosis novis, / galanes, coriosis / e maravillosis...”. Esas referencias que cuento no son imprescindibles para leer el libro pero, en la medida en que quería hacer un pequeño homenaje a los títeres, suponían una oportunidad para intentar despertar en el público la curiosidad por su origen y su historia. No quería hacer un catálogo porque hay varios tipos de marionetas, muchos personajes y distintas técnicas para el manejo de títeres, pero he partido de lo que tiene más que ver conmigo: los títeres de guante, que son lo que tengo más cercano.

«Es impresionante ver en un muchacho adolescente la capacidad que tiene el títere -un simple muñeco haciendo algo muy simple- para hechizar y captar su atención»

"Mundinovi", de Juan Carlos Martín Ramos, ilustrado por Federico Delicado (Faktoría K).