La espera

Binard, Arthur Okakura, Tadashi Traducción: Uno, Kazumi

Un homenaje a las víctimas del bombardeo atómico de Hiroshima, en la conmemoración de su 80.º aniversario. Una profunda reflexión sobre la tragedia para que nunca se olvide.

En febrero de 2011 el poeta Arthur Binard y el fotógrafo Tadashi Okakura visitaron el Museo Conmemorativo de la Paz en Hiroshima para retratar cuidadosamente algunos de los más de 21.000 objetos que almacena este espacio, marcados por la bomba de uranio que cayó sobre esta ciudad japonesa el 6 de agosto de 1945, acabando con la vida de unas 140.000 personas. 


Así surgió «La espera», que reúne un reloj, unos guantes, un envase, un vestido… hasta catorce restos de la barbarie atómica. El autor recrea la vida de estas pertenencias y de sus propietarios anterior a la explosión del equivalente a 1.600 toneladas de dinamita, a las ocho y cuarto de la mañana de aquel fatídico día. 


Con un marcado propósito pacifista, algunos protagonistas de este libro son niñas y niños que, en plena Segunda Guerra Mundial, fueron obligados a trabajar derribando edificaciones como medida preventiva ante los bombardeos del ejército estadounidense. 


Esta obra —con traducción de Kazumi Uno, que ha llevado al japonés textos de autores como Juan Ramón Jiménez, Ana María Matute, Gustavo Martín Garzo, Jordi Sierra i Fabra…— es un homenaje a las víctimas y una reflexión profunda sobre aquella tragedia que, tres días más tarde, se repitió en Nagasaki con el lanzamiento de una bomba de plutonio que mató al instante a unas 70.000 personas y a muchos miles más como consecuencia de la radiación. 


«La espera» se enmarca en una corriente creativa surgida en Japón tras el desastre de marzo de 2011, cuando un gran seísmo asoló el noroeste del país, provocando un tsunami y una crisis nuclear. En un contexto distópico de miedo e incertidumbre, estas lecturas exploran las emociones humanas y plantean cuestiones de hondo calado filosófico. 


Aquí los objetos son narradores; dialogan en primera persona con las lectoras y los lectores sobre el sinsentido de la violencia, expresando el deseo inalcanzable de retomar las costumbres y rutinas interrumpidas por un fulgor incandescente y mortal. Precisamente, se utiliza de forma reiterada la palabra “pika-don” que, en japonés significa bomba atómica y, de forma literal, gran luz. Son artilugios huérfanos para siempre, a “la espera” de una frase que jamás se pronunciará, de un cuerpo que vuelva a darles uso, de una acción que erradique la pesadilla atómica. 

Leer más
Leer menos
16,00 €